El creativo que se esconde del método

«La vez que el miedo nos robó la creatividad y cómo la rescatamos con un café»​

Hoy quiero que hablemos de un tema al que los creativos les huimos porque creemos que nos genera instabilidad sin siquiera exponernos a ello.

A los creativos, más a los latinoamericanos, nos encanta ir sobre la marcha por no seguir un método que nos ayude a anticipar las contingencias.

En lo particular este tema me parece como el guión de una película por eso prefiero contarlo como tal.

Veamos como los creativos nos auto-saboteamos por temor a seguir un método probado. 

Escritora

Escena I: Estás en una cafetería de esas que huelen a: necesitamos sentarnos. Tu cliente, con ojeras de campaña fallida, suspira: —¿Sabes qué es lo peor? No es el estrés… Es ese miedo a que todo se desarme otra vez, como un castillo de arena a la orilla de la playa.

Tú sonríes, porque lo has vivido. Le pasas el azúcar y dices: —A mí también me aterraban los métodos. Creía que eran como jaulas para creativos… hasta que descubrí que en realidad son las alas.

Primer acto:
«Si planifico, desaparecerá la magia creativa»

Ella revuelve el café como un tornado, mirando el remolino como si fuera su proceso creativo: —Es que… ¿qué pasa si pierdo la idea? Esa que me llegó a las 3 AM, ¿eh?

Tú suspiras con un sorbo, lento: —¿Recuerdas la vez que llovió tanto que el agua inundó muchísimos parqueos? Los ingenieros de los que no se inundaron no improvisaron: usaron mapas, cálculos… y aún así, el agua cubrió los carros, pero no hasta cubrirlos. Los métodos son como los buenos ingeniero: Saben que vendrán lluvias, pero evitarán el desastre.

Dato sutil: El 73% de las ideas «espontáneas» mueren por falta de estructura… pero las que sobreviven, no se inundaron, siguieron funcionando.

Segundo acto:
«Las sorpresas de medianoche»

Ella se estremece: —El mes pasado, el cliente nos dijo: «Esto no se parece a lo que imaginé». Y ya era la tercera revisión…

Tú contemplas el corazón en la espuma de su capuchino: —Es como cuando el barista no conoce la receta: No evaporiza la leche, no sabe cuál es la cantidad de café, no verifica la consistencia de la espuma… y al final, sabe a desastre. Un buen brief es la receta que evita que el cliente espere un Capuchino y reciba un Expresso.

Dato en voz baja: El 68% de los conflictos son por expectativas rotas… como prometer mar y entregar un charco.

Tercer acto:
«El tiempo se esfuma»

Ella mira el reloj: —Siento que avanzamos en círculos… como ratón en la rueda: mucho movimiento, pero al final, seguimos aquí a las 3:00 AM.

Tú tomas una servilleta y dibujas una escalera: —Imagina dividir el proyecto en escalones pequeños. Cada semana, es como un peldaño. No subes al cielo de un salto, pero tampoco te quedas mirando las nubes.

Dato como confidencia: Las agencias con métodos entregan un 65% más a tiempo… como trenes sobre rieles, no como caballos desbocados.

Cuarto acto:
«¿Y si al final nada de esto sirve?»

Ella mira por la ventana, mirando la lluvia caer y dudosa: —¿Y si después de todo este esfuerzo… no logramos nada?

Tú señalas a un niño que juega con un barquito de papel en la lluvia: —Sin un rumbo, el barco del niño da vueltas hasta hundirse en un alcantarilla. Pero si le pones una velita y un hilo, aunque sea pequeño, llega a la orilla. Validar resultados en el proceso no es frío… es asegurarte de que tu barco no naufrague en el equipo.

Último acto:
El secreto que no es secreto:

Ella sonríe, casi sin darse cuenta. Tú pagas la cuenta, miras el menú y dices: —La próxima vez, prueba esto: Antes de empezar, pregúntale a tu proyecto: «¿Qué problema viniste a resolver?». Luego, divídelo en pasos como si fueran sorbos de café: uno tras otro, sin prisa pero sin pausa.

Y si te pierdes… busca a alguien que haya navegado esas aguas para que te acompañe.

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